Habrá que reconocer que Santiago Posteguillo (1967) ha dado un nuevo impulso a la novela histórica en nuestro país. Sus obras sobre la antigua Roma, un periodo histórico por el que siente verdadera atracción, son tan rigurosas y documentadas que, por extensas, deben ser divididas en trilogías. Las dos primeras trataron la figura histórica de personajes como Escipión el Africano y Trajano. Después publicó Yo, Julia (2018) que consiguió el Premio Planeta de ese mismo año, aumentando más si cabe la popularidad del escritor. No hace mucho que la leí, y mi opinión favorable quedó reflejada en una entrada de este blog. El personaje central es la emperatriz Julia Domna, la esposa de Septimio Severo, el emperador que inauguró la última dinastía imperial de importancia antes del inexorable ocaso del imperio. El argumento trata del ascenso al poder de la pareja imperial plagado de traiciones, conspiraciones y guerra civil. Era necesaria pues una segunda entrega, secuela de la primera, que recogiera el apogeo en el uso del poder, el declive físico de Julia hasta su muerte y el decisivo papel que jugó durante el reinado de su hijo Caracalla, segundo miembro de una dinastía que siempre intentó preservar y que la sobrevivió en la figura de Alejandro Severo. Y Julia retó a los dioses (2020) es esa segunda parte de esta bilogía, termino por cierto no aceptado por la Real Academia, quizás por confusión fonética con otros (biología, dilogía), pero cargado de lógica si admitimos trilogía o tetralogía.
Digresión aparte, sí la primera
entrega de la serie me pareció una biografía novelada, esta segunda se inscribe
mejor en el concepto de novela histórica. Me explicaré: En Yo, Julia, el
componente biográfico, la fidelidad a las fuentes y el rigor histórico
predominan claramente sobre el componente de ficción. En cambio, en la secuela
que hoy nos ocupa, quizás por mayor escasez de datos históricos contrastados o
por dar al relato un interés adicional, la ficción es abrumadoramente
manifiesta sin perder por ello rigor en los hechos históricos fundamentales.
Esta vez Posteguillo pasa del mundo histórico al mitológico mediante una
asamblea de los dioses olímpicos en la que, entre partidarios y detractores de
la emperatriz, se deciden una serie de pruebas que tendrá que superar Julia en
su vida real. Esto nos recuerda vivamente, y el escritor no se olvida de
citarlo, a la Iliada y la Odisea. Es la antigua idea del destino como
manifestación de los dioses que juegan caprichosamente con la vida de los
humanos. La trama oscila así entre las decisiones de los dioses en la asamblea
y su traducción en los hechos.
No voy a insistir en algunos aspectos
sobre la historia y la sociedad romana de ese periodo, cosa que ya hice en la
anterior entrada. Si quiero destacar una historia paralela a la
trama, la del médico Galeno, el ficticio narrador de la historia, que
realmente fue contemporáneo de los hechos relatados. El autor destaca en este
personaje la curiosidad que es la base del conocimiento científico y también la
resignación del médico que sabe aceptar su derrota. Personifica además las
frecuentes contradicciones entre ciencia y religión en cuanto, a menudo, fueron
los prejuicios de tipo religioso los que impidieron o retrasaron el avance de
la ciencia.
En resumen, de nuevo una novela de
agradable lectura. Quizás sorprende menos que la primera. Gustará más a los
lectores que buscan ante todo la divulgación entretenida y algo menos a los más
versados en historia.
Leí la primera parte de la "bilogía" y como bien dices, rigurosamente documentado. Muy buen personaje el de Galeno, comparto tu opinión. Espero con ganas leer esta segunda parte de Julia. Saludos.
ResponderEliminarHazlo, te gustará como la primera. Un saludo
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