El imperio español, fue el primero y más grande de la Edad Moderna y, quizás por eso, el más envidiado y atacado por el resto de naciones emergentes en Europa al amparo de las monarquías absolutas.
La historiografía española sobre este periodo, además de poco extensa, siempre me ha parecido muy dañada en su veracidad por estar polarizada entre dos visiones extremas: De una parte el nacionalismo conservador de Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912) que fue utilizado en política y en educación para insuflar en las mentes infantiles de mi generación una idea sublime y unificadora de las grandes gestas imperiales del pasado, en una España que aún conservaba pequeños restos africanos de nuestra debacle colonial contemporánea. De otra, la del pesimismo histórico derivado de nuestra Leyenda Negra, que se gestó precisamente en los momentos de mayor auge del imperio español auspiciada por los enemigos políticos de la época.
Es verdad que la imparcialidad histórica es un ideal más que una realidad. De los historiadores solo podemos esperar una aproximación a la misma. Esa pretensión de veracidad, equidistante de posiciones extremas, me ha parecido encontrarla en hispanistas británicos como Hugh Thomas, precisamente por su alejamiento desapasionado de los hechos históricos y su vocación de ecuanimidad.
Henry Kamen (1936) es otro de esos hispanistas. De sólida formación en Oxford, desarrolló una importante carrera como historiador y profesor en universidades británicas, españolas y norteamericanas, actualmente reside en Barcelona. Su producción es muy extensa y tiene predilección por la historia y los personajes que forjaron el imperio español bajo la dinastía de los Austrias.
Poder y gloria (2010) subtitulado Los héroes de la España imperial es un breve repaso a la biografía de diez personajes que protagonizaron la forja del imperio hasta el lento comienzo de su declive. Desde el Gran Capitán, pasando por los conquistadores de América, Cortés y Pizarro, reyes y príncipes: Carlos I y Don Juan de Austria, y una lista de generales como el duque de Alba, Alejandro Farnese, Ambroglio Spínola, el Cardenal Infante Fernando o el duque de Berwick. El periodo comprendido entre el primero de ellos y el último va desde el reinado de Fernando el Católico hasta Felipe IV, durante los dos siglos, XVI y XVII, en los que la hegemonía española fue incuestionable en Europa y América.
Las biografías destacan los grandes éxitos militares y políticos de los personajes, pero también sus fracasos. Se refieren con rigor las fuentes históricas y literarias que documentan los hechos, y la fría exposición de los mismos se ameniza con testimonios directos de los personajes y testigos que nos hablan desde cartas personales o mensajes oficiales. También es muy notorio el esfuerzo del historiador a la hora de desmitificar algunos falsos estereotipos que la tradición histórica ha consagrado: Del Gran Capitán, el precursor de los tercios e innovador en la utilización de la artillería y armas de fuego, se dice que su destitución como virrey de Nápoles fue consecuencia de los cambios que Fernando el Católico pretendía en la política italiana, más que una cuestión de envidia personal. De Hernán Cortés y Pizarro nos habla del mayor reconocimiento del primero, quizás por el origen plebeyo y algunos hechos moralmente deplorables del segundo en su campaña de conquista. A Carlos V lo considera el comienzo del absolutismo y en franca contradicción el último monarca medieval de Europa, muy querido en Flandes, y en nuestro país el debelador de las libertades españolas. Con el duque de Alba confirma su particular leyenda negra en Flandes y lo considera un gran organizador de los ejércitos y las campañas. En Don Juan de Austria refiere su carácter voluble, el atractivo personal y su afán de notoriedad, mientras desmiente los supuestos celos de su hermanastro Felipe II que fue bastante generoso con él, aunque siempre lo quiso proteger mediante la tutela de amigos prudentes. Por último, nos cuenta las hazañas de varios generales, italianos, austriacos e ingleses que sostuvieron el prestigio del imperio durante la prolongada guerra de Flandes.
En el epílogo Henry Kamen destaca el poco reconocimiento de España a sus héroes. En su época muchos de ellos fueron olvidados, aunque algunos fueron rehabilitados después de su muerte. Mucho menos reconocidos fueron los generales imperiales no españoles. En este sentido se empeña en demostrar que la contribución de genoveses y alemanes no fue solo la de banqueros beneficiarios de las riquezas de América, sino que aportaron gran cantidad de soldados y barcos a los ejércitos imperiales. Castilla y España agotaron sus riquezas en las guerras flamencas pero su población era insuficiente para nutrir la mayoría de soldados de los tercios.
Nuestros héroes imperiales siguen sin ser reconocidos en la actualidad y el escritor refiere con cantidad de ejemplos su ausencia en el cine, mientras que otros países encumbran a sus propios héroes en los medios audiovisuales.
Para terminar, un libro de historia interesante y divulgativo. Quizás por no superar el número redondo de la decena, no se ha incluido a otro héroe que en mi opinión merece ser destacado. Me refiero al almirante Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, y sus victorias decisivas en la campaña de Portugal y en la batalla de Lepanto. Durante mi estancia en Roma he podido constatar como Marco Antonio Colonna es considerado por la historia italiana, y por su afamada y noble familia como el vencedor de Lepanto. Así escribe la historia cada país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario