En estos
días de calles iluminadas y compulsivas compras navideñas, hemos asistido a una velada
musical titulada Concierto de Adviento
porque estamos en ese periodo del año litúrgico que los cristianos destinaban
a la preparación espiritual para celebrar el nacimiento de Cristo -adventus
Redemptoris- con rezos y cánticos.
La Navidad fue desde la Edad Media un buen motivo de inspiración para la llamada música sacra,
tanto coral como instrumental, y el periodo barroco fue especialmente fecundo
en este tipo de composiciones destinada
a la liturgia católica. El programa de la función estuvo íntegramente dedicado
a los músicos más representativos de este estilo musical.
La interpretación estuvo a cago de Partiture
Philharmonic Orchestra, una agrupación, de reciente creación, integrada por músicos y profesores de nuestra provincia, que aspira a ocupar un
espacio en la programación musical de Jaén. Está dirigida por Juan Paulo
Gómez, profesor del Conservatorio Superior de Música de Granada, y en lo
que va de año han ofrecido ya varios conciertos en nuestra ciudad. En esta
ocasión, de acuerdo con las piezas a interpretar, estaba formada por una importante
sección de cuerda y otra bastante más reducida de viento y percusión. En la
segunda parte del programa fueron acompañados por el coro Cantoría de Jaén dirigido por Cristina García de la Torre, y
se añadió brillantez al espectáculo mediante efectos visuales alusivos a
motivos navideños.
Al comienzo de la primera parte interpretaron las sinfonías de dos famosos oratorios.
En este caso no debe entenderse por sinfonía la conocida composición orquestal,
integrada por cuatro movimientos, que se desarrolló en el periodo clásico y
alcanzó su punto culminante con las famosas de Beethoven. En el barroco
se entendía con este nombre la introducción instrumental corta, a modo de
obertura operística, de un oratorio sacro compuesto para orquesta coros y
solistas. La primera en ser interpretada fue la Sinfonía del Oratorio “El
Mesías” de G.F. Haendel, una pieza bastante conocida de esta obra
tradicionalmente asociada con el nacimiento de Jesús aunque relata toda su
vida. La segunda fue la Sinfonía del Oratorio de Navidad de J.S.
Bach, que ejemplifica bien lo que se conoce como parodia musical, es decir,
una composición hecha a base de incorporar y mezclar otras anteriores del propio
autor o de otros músicos. A continuación la orquesta nos deleitó con el Concerto Grosso Op. 6 nº 8 de A.
Corelli que lleva el título de “fatto
per la notte di Natale” y es más conocido como Concierto de Navidad. Este músico italiano fue, no el creador, pero
sí el mejor exponente de este tipo de concierto barroco en el que se contraponen
y dialogan un pequeño grupo de solistas (concertino) y el resto del
grupo (ripieno) que responden a la melodía de los primeros y marcan el
ritmo de la interpretación dando cuerpo al conjunto (relleno). En esta pieza,
el concertino está formado por los dos
primeros violines y el cello y como tal tuvieron una actuación destacada.
Para terminar la primera parte se interpretó el Adagio en sol menor de T. Albinoni, una obra apócrifa que es
posiblemente la más famosa del Barroco, aunque fuera compuesta en pleno siglo
XX; objeto de múltiples versiones musicales e interpretada hasta la saciedad en
bandas sonoras de películas e incluso como acompañamiento musical en las
nupcias. Como es natural el público quedó encantado con su preciosa melodía a
cargo de los violines, el acompañamiento intermitente en pizzicato de
violonchelos y contrabajos, y los solos
de órgano y del primer violín que dialogan con toda la orquesta de cuerda.
La segunda parte del programa quedó
reservada en exclusiva para el Magnificat BWV 243 de J.S Bach.
Se trata de un género de música sacra polifónica vocal con el texto en latín de
un pasaje del Evangelio de San Lucas (1:46-55) que comienza con la frase «Magnificat
anima mea Dominum» y se refiere al episodio de la Visitación de María
embarazada a su prima Isabel. Fue compuesta para orquesta barroca que incluye
trompetas y timbales, coro y cinco voces solistas (dos sopranos, contralto,
tenor y bajo). Consta de doce movimientos o pasajes; el primero (Magnificat)
y el último (Gloria Patri) son los más espectaculares, con la
participación de orquesta y coro al completo; en los restantes se alternan
arias de los solistas y coros, ambos con acompañamiento instrumental. En esta
ocasión el coro de la Cantoría me pareció algo mermado en voces y
situado demasiado al fondo del escenario y, quizás por estos motivos, quedó
algo oscurecido por la orquesta, aunque en el primer bis demostró su calidad.
En cuanto a los solistas destacaron la primera soprano y el bajo, pero la tesitura vocal de éste último me pareció más próxima a la de barítono.
La contralto tenía una actuación como solista reducida a un pasaje y,
como suele ser más que habitual, no pudo alcanzar los tonos de graves que se
exigen a esta voz femenina y quedó en lo que realmente parecía ser, una mezzo-soprano.
No obstante su interpretación fue buena. El tenor en cambio me pareció
algo mermado en volumen.
En los bises se cantó el Aleluya de “El Mesías” de Haendel,
una pieza espectacular y muy conocida
que puso de manifiesto la calidad del coro y se ganó el favor del
público hacia los cantantes y músicos. Con este primer bis se cerraba el
ciclo del concierto retornando a la obra y el compositor que lo inició, pero
los insistentes aplausos forzaron un segundo bis con el primer
movimiento del Magnificat.
Ha sido un buen concierto que consolida
los comienzos de la Partiture Philarmonic Orchestra y, en mi opinión, le
augura un prometedor futuro.
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