Rita Monaldi (1966) y Francesco Sorti (1964) son una pareja de periodistas italianos con estudios y especialización en filología clásica, musicología e historia italiana del siglo XVII. El controvertido éxito de su primera novela, la que hoy comentamos, les ha inducido a continuar en una serie temática de tres más. Una tetralogía ambientada en la era barroca, entre finales del XVII y principios del XVIII, protagonizadas todas por Atto Melani, un castrato que existió realmente y fue espía de Luis XIV en Italia. Todas llevan títulos en latín y en su conjunto forman una frase que viene a decir: “aunque el secreto está impreso, la verdad es un misterio”. Toda una declaración de intenciones sobre la trama de las mismas, a medio camino entre la novela histórica y la ficción detectivesca. En particular, el título de ésta hace alusión al permiso, mediante un sello, que la Iglesia concedía para la publicación de libros, una vez comprobada su ortodoxia católica.
Imprimatur (2006) inauguró la mencionada serie. En ella, el protagonista,
ante un caso de posible peste, queda recluido en una posada romana. Ni que
decir que, con la ayuda de un criado, viola la cuarentena y se pasea por la
ciudad investigando una trama de engaños y conspiraciones en la corte papal. Es
la excusa para mostrarnos una serie de curiosidades relacionadas con la vida y
sociedad de la época, probablemente lo mejor de la novela. Porque el argumento
es fantástico y poco creíble desde el punto de vista histórico. Quizás
conscientes de esa falta de credibilidad, en un largo epílogo los autores sacan
a relucir una abundante y supuesta documentación destinada a demostrar la
veracidad de la teoría que nos ofrecen en la obra que es la siguiente:
Inocencio XI, un papa de finales del XVII, restaurador de la sobriedad de la
Iglesia y de la ortodoxia católica, empeñado en la lucha contra el avance turco
por Europa, es al mismo tiempo y en secreto un banquero sin escrúpulos que
presta dinero al protestante Guillermo de Orange para derrocar la monarquía
católica inglesa de Jacobo Estuardo.
El cuestionamiento
de la figura del pontífice provocó el fuerte rechazo de la crítica
historiográfica italiana, hasta el punto de obligar a la atrevida pareja de
escritores a autoexiliarse en Viena. Pero suele ocurrir que el escándalo
literario es el motor de un éxito de ventas, y esta no fue una excepción.
Es cierto
que las teorías inverosímiles suelen estar asentadas sobre algunas verdades
objetivables y comentaré alguna de ellas. Que Inocencio XI procedía de una
familia de banqueros, los Odescalchi, y en su juventud, antes de su ordenación
sacerdotal, ejerció funciones como tal. Que se opuso frontalmente al
galicanismo de Luis XIV y al apoyo del rey inglés Jacobo II Estuardo a esa
política. Respecto a éste, criticó el radicalismo de su campaña de retorno al
catolicismo en Inglaterra y le aconsejó moderación. No está demostrado el apoyo
económico a los protestantes holandeses.
Para
terminar una novela que por su extensión puede resultar pesada. Con una trama
policial algo oscura que se resuelve en las últimas 25 páginas, y con algunas
curiosidades de conocimiento erudito que no terminan de justificarla.
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