Los que nos consideramos melómanos nos hemos refugiado en la música enlatada durante los dos últimos años de pandemia. En mi caso concreto, el confinamiento primero y el miedo después me ha impedido asistir a los escasos eventos musicales programados durante este largo periodo. Y por fin ahora más relajado, aunque con temores residuales, asisto a la proliferación de recitales en nuestra ciudad. Antes del paréntesis, el otoño venía siendo una época culturalmente muy activa en Jaén y este final de año me parece un preludio de lo que puede ser el retorno a la normalidad musical. En el primer fin de semana de noviembre he asistido en dos días a dos audiciones en vivo, todo un récord.
El primer recital lo ha ofrecido Xauen
Lírica, agrupación dirigida por Alfonsi Marín, una soprano de
larga experiencia profesional muy valorada y querida en nuestra ciudad. El
grupo varía en cuanto a los músicos que lo integran, según el proyecto musical
que abordan en una determinada temporada. En esta ocasión se titula Las mil
y Xauen Músicas. Melodías de las tres culturas una recopilación de música
andalusí, sefardí y cristiana medieval integrada por obras vocales con
acompañamiento instrumental. Además de la brillante voz protagonista, el grupo
estaba integrado por Violeta González (violonchelo). Isabel Cabrera
Saúco, una especialista en instrumentos medievales que acompañó la
actuación con laúd, chirimía y algún otro instrumento cuyo nombre se me escapa.
La percusión, también de inspiración medieval, estuvo a cargo de Jose Manuel
Casas. Todos ellos con relevante currículum musical. Las piezas del
programa incluyen jarchas árabes, sefardíes y mozárabes, también fragmentos de
romances y cántigas cristianas.
Con ser sólo un aficionado y nada
experto en este tipo de música, no se me escapa la intensa labor de
investigación y recuperación de esas antiguas composiciones de la poesía
popular andalusí, así como la dificultad de añadirles un acompañamiento
instrumental que reproduzca lo más fielmente posible ese ambiente oriental y
medieval que cada poema requiere. En esta ocasión la música nos trasportó a un
pasado de fusión cultural y de relativa tolerancia, a pesar de razzias y batallas épicas. Una época que nos rescata
de nuestro presente de integrismo y fanatismo religioso.
No faltó en el evento la
correspondiente dosis de teatralidad, sin duda una cualidad intrínseca en una
cantante de ópera. Tampoco la apelación a la participación del público en
acompañamiento de palmas, percusión o estribillos. El recital terminó con una pieza para
satisfacción de todos, el poema Tres morillas de Jaén.
Mi enhorabuena a este grupo que cada
cierto tiempo nos deleita con sus elaborados espectáculos musicales.
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