Uno de los principales atractivos de los clubs de lectura es dar a conocer las obras literarias que suelen estar al margen de los circuitos habituales del marketing editorial, y por ello desconocidas para muchos lectores. En el caso del mío, patrocinado por el Centro Andaluz de las Letras, se le añade la promoción de escritores andaluces. Pero en ocasiones, ese interés por la literatura autóctona puede primar sobre los criterios de calidad a la hora de seleccionar las obras. En otras, es el propio lector quien se siente decepcionado ante una novela al compararla con otras lecturas anteriores mejor valoradas, porque lo normal siempre queda eclipsado por lo excelente. Algo de todo eso me ha ocurrido con el libro de hoy.
La autora es Matilde Cabello
(1956) gaditana pero afincada en Córdoba. De larga trayectoria en periodismo y
medios audiovisuales, con frecuentes incursiones en la poesía y sólo dos
novelas, histórica la primera, y ésta que
comento que podemos encuadrar en el ámbito de la novela testimonio. Se trata de un subgénero
narrativo híbrido que mezcla en distintos grados la ficción novelesca con el
ensayo subjetivo y testimonial. Para hacernos una idea de sus elementos
constitutivos diré que se la denomina también como relato real o relato
metaficcional. Los anglosajones la conocen como literature of facts
o Nonfiction novel. En suma, un relato literario de hechos reales con
factura periodística.
El libro de las parturientas (2008) es un caso extremo en ese
equilibrio entre ficción y realidad. Es lo conocido como discurso testimonio
que se centra en el relato de hechos y personajes reales con casi nulo aporte
de ficción y muy escasos elementos de estilo literario. En nuestro caso la
propia autora lo reconoce en el prólogo cuando indica sobre la novela: “cualquier
parecido con la realidad es pura certeza”.
En ningún momento la escritora esconde
el carácter de testimonio cuando indica que su novela está basada en un manuscrito
que la protagonista real escribió contando su experiencia vital. Para no
insistir demasiado sobre la trama argumental trascribiré literal los párrafos
de la sinopsis promocional: “La vida de Salud Jiménez Luque, nacida en la
Casa-Cuna cuando corría el año 1953, podría ser idéntica a la de miles de
criaturas abandonadas al nacer en los hospicios de posguerra españoles, si no
fuera por la lucha permanente que mantuvo en la búsqueda de su identidad. Una
novela narrada desde la evocación del mundo rural, la emigración de una joven
de provincias al Madrid de los años setenta, el retrato de la vida social de
Córdoba y las luces y las sombras de una época marcada por los prejuicios.”
El relato está narrado en primera
persona por la protagonista, y en mi opinión va de más a menos, tanto en
intensidad dramática como en estilo. Al principio encontramos recursos
literarios incluso poéticos. Como ejemplo esta descripción de la niña volviendo
del campo en brazos de su padre jornalero: “Nunca he vuelto a sentirme tan segura,
mecida en la respiración agitada de su cansancio, casi pegada a su rostro de
campesino, cuarteado igual que las charcas en tiempos de sequía”. Pero
poco a poco los elementos literarios van desapareciendo. Da la impresión de que
la escritora abandona la novela en manos de la protagonista del manuscrito
original.
No
obstante, el testimonio tiene un valor adicional para los lectores que nacimos
a mediados de los años 50, como la escritora y la protagonista. Porque estamos
ante el verdadero retrato de toda una época, la de aquellos que no vivimos la
guerra civil ni la miseria extrema de la posguerra, pero sí los años grises del
nacional catolicismo, del atraso cultural, la hipocresía y los prejuicios
sociales que se fueron atenuando pero no desaparecieron con el tardofranquismo
de los 70. Particularmente yo, nacido en el ámbito de una clase media artesanal
y urbana, no sufrí ninguno de los dramáticos abusos y discriminaciones de la
protagonista, pero fui testigo de muchas de sus manifestaciones externas o los
conocí de forma indirecta a través de los relatos de mi familia. Esas
historias, y no tanto los avatares políticos, son el verdadero núcleo de la
memoria histórica. Transmitidas
oralmente por mis padres, yo he procurado hacer lo propio con mis hijos, de tal
forma que testimonios como éste puedan ser comprendidos en el futuro, superando
saltos generacionales y entendiendo que somos el resultado de una evolución
social, positiva en principio pero con claroscuros.
Espero que esta digresión sirva como
atenuante de mi opinión sobre la escasa calidad literaria de esta novela que, a
pesar de todo, recomiendo.
JA he leído el libro y a través del él pude conocer la España de esa época. Mari fue una luchadora ante la adversidad Saludos
ResponderEliminarSí, el testimonio puede parecer muy dramático, pero esas cosas ocurrían y yo fui testigo de muchas de ellas. A muchos otros que tuvieron la suerte de nacer en el desarrollismo de los 60, puede que le parezca exagerado. Nuestra mentalidad actual no puede comprender ciertas cosas sin haberlas vivido de cerca. Saludos.
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