domingo, 24 de febrero de 2013

BÁRBAROS Y ROMANOS EN HISPANIA. Javier Arce


Interesante estudio  referido a una de las épocas menos conocidas en la historia de Hispania, el siglo V, cuando se produce el derrumbe definitivo del imperio romano y comienzan las invasiones bárbaras en nuestro país. Está firmado por Javier Arce, un historiador y arqueólogo catalán muy reconocido en los medios académicos tanto nacionales como  europeos, actual profesor de la universidad de Lille y especialista precisamente en este periodo histórico que, dada la escasez de fuentes escritas, precisa de un importante apoyo sustentado en la epigrafía y los restos arqueológicos.
Al comienzo del trabajo, unos versos del poema de Cavafis “Esperando a los bárbaros” sirven al autor para introducir una teoría original, desarrollada después a lo largo del mismo, que viene a desmontar el mito tradicional de las invasiones bárbaras como una conquista a sangre y fuego que condujo a un apocalíptico caos destructor. Y es que tras minucioso análisis de las fuentes deduce que las tribus germánicas de suevos, vándalos, y alanos no invadieron Hispania sino que entraron desde las Galias respondiendo a la petición de ayuda de uno de tantos usurpadores del poder imperial, en concreto uno llamado Máximo apoyado militarmente por el general Gerontius. Además estos bárbaros estaban ya parcialmente romanizados y las luchas y saqueos que se produjeron no fueron superiores a los de otras épocas de supuesta estabilidad,  porque la finalidad última de esos pueblos no era la destrucción sino el asentamiento  en la provincia hispánica y aprovechar las estructuras sociales, económicas, y políticas de los hispanorromanos. De otra parte, permanecieron menos de un siglo en el territorio hasta el definitivo asentamiento de los visigodos por lo que su influencia fue escasa.
A lo largo del libro se analizan múltiple aspectos que caracterizan al periodo objeto de estudio, entre los que podemos destacar; la inexistencia de poder militar romano en Hispania, con total ausencia de ejércitos estables y la sola presencia de pequeñas guarniciones privadas de protección de las villas rurales; la descomposición del poder político durante el imperio de Honorio, con especial énfasis en el fenómeno de los usurpadores; la economía provincial autárquica, totalmente desvinculada ya de las redes comerciales del imperio; la persistencia de la cultura urbana, con municipios dirigidos ahora por los obispos cristianos que sustituyeron a los antiguos magistrados; el auge creciente del mundo rural con las villae, castella, y castrum, precursores de la futuras estructuras feudales; la paulatina desaparición del paganismo, el dominio del cristianismo y las luchas entre la ortodoxia católica y movimientos heréticos como el priscilianismo. 
Tras la lectura de Bárbaros y romanos en Hispania, se concluye que  las invasiones bárbaras no produjeron la destrucción y desaparición de la decadente sociedad hispanorromana sino que fueron más bien un acicate que la modificó parcialmente y en cierto sentido la revitalizó.  El siglo V  fue pues un periodo de transición entre dos mundos, el clásico latino y el medieval.
Tengo que admitir que esta extensa sinopsis del libro sería inadmisible de tratarse de una novela. Pero en historia, el desarrollo y desenlace de los acontecimientos suele ser muy conocido y lo importante para el lector es profundizar en la génesis de los mismos y en sus consecuencias, y esto basado en la fiabilidad de las fuentes históricas consultadas. En este sentido, el trabajo de Javier Arce es riguroso, por bien documentado, y ameno. No me cansaré de repetir esto último porque rigor y amenidad no deber de ser cualidades contrapuestas y porque en general mis lecturas en esta materia son siempre divulgativas y destinadas no a expertos sino aficionados. Y digo esto con ánimo de incentivar a la lectura de historia que es a fin de cuentas la memoria colectiva de la humanidad y terreno donde hunde sus raíces nuestra sociedad actual.

domingo, 17 de febrero de 2013

V DE VENDETTA. Alan Moore y David Lloyd


V de vendetta es ya un clásico del cómic. Fue publicado a principios de los años 80 integrando una serie de diez revistas que después fueron recopiladas y editadas  como novela gráfica. Tanto el guionista como el dibujante son británicos. El primero, Alan Moore, es un escritor curioso por su actitud misantrópica y tendencia a lo caótico, simpatizante político con el anarquismo, se hizo famoso desde joven como guionista de este trabajo, que él considera como obra de juventud, y muchos otros muy conocidos entre los que citaremos Wachtmen. Por ellos ha sido reconocido mundialmente  como innovador en las técnicas narrativas del cómic. En cuanto al dibujante, David Lloyd, se dio a conocer con esta obra en la que muestra un gran  dominio del claroscuro y la técnica del zoom, ambas de clara inspiración cinematográfica. Para intentar reforzar esta impresión recomendó a Moore que evitara en lo posible las leyendas, los efectos de sonido, y los globos de pensamiento. En base a esto, era previsible que en 2006 se produjera la película del mismo título dirigida por el australiano James McTeigue, que como suele suceder ha suscitado división de opiniones entre los lectores del cómic. En mi caso particular creo que la novela gráfica supera con mucho al filme que es mediocre y desvirtúa el guión original en muchos aspectos. En eso coincido con el escritor que según parece no quedó muy satisfecho. En cambio Lloyd ha sido un firme defensor de la adaptación.
La trama argumental de V de vendetta se puede considerar como una distopía, un concepto tomado del inglés que designa lo contrario de una utopía, es decir, una sociedad ficticia e indeseable en sí misma. En este caso el guionista situó la acción en un futuro distópico que ya es pasado porque se desarrolla en Inglaterra y en la década de los 90 del siglo XX, tras una guerra nuclear parcial cuya consecuencia es la instauración de un régimen político neofascista. El protagonista principal es “V”, el héroe que se rebela contra el gobierno totalitario y protege su anonimato bajo una máscara y disfraz de Guy Fawkes, un católico inglés que en 1605 participó en la conspiración de la pólvora que pretendía derrocar al rey Jacobo I; intentó volar el Parlamento pero fue detenido y ejecutado antes de llevar a cabo su plan. La letra V tiene un doble sentido en este personaje marcado psicológicamente por su pasado; venganza sobre los que lo sometieron a tortura en un antiguo campo de concentración, pero también victoria final sobre el totalitarismo mediante provocación terrorista del caos y la anarquía de la que pretende que surja un nuevo régimen político de libertad y paz.
Se ha dicho que en la obra subyace una velada crítica a la política de  Margaret Thatcher durante los 80. No podría asegurar en que medida el conservadurismo de la premier británica condicionó o inspiró el guión, pero si encuentro dos claras inspiraciones literarias. De una parte, la estética del personaje recuerda mucho al Fantasma de la Ópera de Gastón Leroux. En cuanto al trasfondo político tiene importantes similitudes con “1984” la novela de George Orwell, que es también una distopía totalitaria aunque la intención del escritor fuera en este caso una crítica del estalinismo comunista.
Quiero destacar un detalle curioso de esta novela gráfica. Aunque la acción trascurre a finales de los años 90, los personajes visten a la moda de los 50 y la estética de los objetos, los edificios. y los decorados, son de esos años. Un anacronismo que parece intencionado, quizás un guiño nostálgico en relación a las lecturas infantiles de cómic ya a que, tanto el guionista como el dibujante, nacieron en esa década. Y por último señalar que la máscara de V ha trascendido al personaje y se ha popularizado actualmente entre los miembros del movimiento conocido como "15M" y creo que no sólo con intención de anonimato frente a las cámaras de vídeo de la calle, que nos traen a la mente de nuevo el "gran hermano" de Orwell, sino por lo que tiene de símbolo de rebeldía ácrata frete a los abusos de poder de un sistema económico y político, en una sociedad en crisis con claros aspectos distópicos, no por ficticios sino por indeseables. 

domingo, 10 de febrero de 2013

EL PIRATA. Joseph Conrad


Mi admiración por la obra de Joseph Conrad (1857-1924)  crece a media que voy leyendo sus novelas, en especial las de aventuras y viajes que son la mayoría. Me gusta en ellas la potencia psicológica de  los personajes, el dramatismo contenido de  las historias, y esa capacidad narrativa para   ambientar la acción y encuadrarla en sus correspondientes coordenadas temporales con pocas y precisas referencias espaciadas, a menudo implícitas antes que claramente expresadas, que demanda la complicidad y el interés del lector hasta hacerlo introducirse de lleno en la narración. El pirata (1923) fue la última novela del genial escritor polaco, inglés de adopción, e ilustra a la perfección esa mezcla de narrativa realista y drama romántico tan típico de sus relatos.
 Ya he comentado otras veces que las  historias de ambientación marinera son muy frecuentes en Conrad, no en vano fue navegante durante muchos años y se dice que firme defensor de la navegación a vela en unos tiempos en que estaba ya irremediablemente condenada por el vapor  y los barcos de acero. Ésta que comentamos es una más de sus novelas de mar.
El protagonista principal es un viejo marino de turbio pasado como corsario en los mares del sur que, en 1794, vuelve para jubilarse a su ciudad natal de Tolón y presencia en 1802 el bloqueo de la flota napoleónica en su puerto por parte de la armada inglesa al mando del almirante Nelson. Su vida retirada en una fonda próxima al mar se verá alterada por los acontecimientos del momento que le obligarán a implicarse. Los otros protagonistas son seres marcados por la revolución francesa, en particular por la sublevación realista de Tolón, el cerco de la ciudad por las tropas francesas de Napoleón en 1793, y la posterior represión de los sublevados por parte de los revolucionarios. La acción se desarrolla entre estos hitos cronológicos y desde el presente son frecuentes los saltos al pasado (flashback). El marco geográfico está descrito con absoluta precisión, tanta que hasta los lugares más recónditos, las pequeñas villas, o los accidentes geográficos costeros, son fácilmente identificables en los mapas actuales.
Los personajes están delineados en los aspectos fundamentales de su personalidad pero se nos oculta facetas de la misma lo cual les aporta un cierto aire misterioso aunque poco a poco nos sean desveladas. El protagonista, como otros muchos de Conrad, es un hombre endurecido por su propia experiencia vital, descreído y escéptico frente a la autoridad y los poderes instituidos pero aún sensible a valores éticos, románticos de alguna forma, como el honor, la dignidad, y el patriotismo, por los que es capaz de ofrecer hasta su propia vida sin titubear.           
Pero lo importante de esta novela, como otras muchas del escritor, es que te engancha no tanto por la acción trepidante sino por un argumento inteligente que te mantiene interesado hasta el desenlace final no siempre previsible. Su lectura entretiene y enriquece a un tiempo y es todo un deleite para los buenos lectores. 

sábado, 2 de febrero de 2013

POEMAS. Edgar Allan Poe


Edgar Allan Poe (1809-1849) logró  fama en su época como escritor  de relatos cortos. Gracias a éstos ingresó con todo merecimiento en la historia  de la literatura  y ha sido reconocido por la posteridad como magistral renovador de esta especialidad narrativa. En particular sus cuentos de terror, han sido  recogidos en multitud de antologías logrando una difusión universal.  Y sin embargo  el escritor siempre se consideró ante todo poeta, manifestó en muchas ocasiones su predilección por la poesía y hasta plasmó en un ensayo, “Filosofía de la composición”, sus ideas en torno a la creación poética. Su producción en este género literario, no muy abundante, data de los comienzos y el final de su carrera. Fue además  poco comprendida, recibió malas críticas de los contemporáneos, y con el tiempo quedó oscurecida por su brillante  y prolífica obra narrativa. Su poesía se integra plenamente en el romanticismo decimonónico y las composiciones abundan  en los tópicos de aquel  estilo literario; predilección por los temas legendarios, ambientes brumosos y lúgubres, apariciones fantasmagóricas, pasión amorosa o nostalgia de amores perdidos, ensoñaciones, y bastante dosis de idealismo.
         En el presente volumen se recogen  la mayoría  de poemas del autor, el más famoso es el titulado “El cuervo” que narra  la escena de un personaje afligido por la pérdida de su amada que en un escenario y atmósfera sobrenaturales recibe la visita de un cuervo parlante que aumenta su pena con la insistente y repetitiva frase “nunca más”. Otro muy conocido es “Annabel Lee” que se dice estuvo inspirado en la temprana muerte de su  esposa. Además de este último hay otros muchos dedicados a mujeres, a Elena, a Leonora, a Eulalia, a su madre etc. En general, las mujeres de Poe son castas  doncellas de imagen idealizada y prematura muerte. Porque la muerte y su entorno psicológico es uno de sus temas obsesivos. Así los poemas nos hablan de  lo irreal y  efímero de la vida; la muerte como sueño eterno y olvido simbolizado  en el mito de río Leteo; la sensación de vacío y nostalgia por la desaparición de la amada; el amor platónico como superación de la muerte etc. En cuanto a la composición, se ha dicho que el  poeta estuvo siempre obsesionado por los aspectos estéticos y la rima. Entre los rasgos distintivos de su poesía  está la repetición de uno o  varios versos o frases cortas reiteradas que otorgan  al poema un tono cadencioso y obsesivo.
         La  recopilación  recogida en este libro está precedida por una introducción del escritor nicaragüense  Rubén Darío que  comienza con una poética descripción (típico en un poeta)  de su llegada  en barco  Nueva York y una biografía bastante idealizada  del escritor norteamericano.
         No seré yo quien se atreva a criticar negativamente los poemas  de Edgar A. Poe, admirados por escritores de la talla de Baudelaire entre otros muchos. Solo diré que me parecen demasiado esteticistas y  no me conmueven, o mejor sería decir que me dejan frio. Quizás esto se deba al propio estilo romántico que en la poesía me parece ya bastante superado y poco acorde con nuestra mentalidad actual, aunque en narrativa pueda tener aún cierta vigencia y atractivo. En suma, y para terminar, el libro no me ha defraudado porque no esperaba demasiado de una lectura que inicié solo incitado  por una relativa curiosidad. 

domingo, 27 de enero de 2013

EL TANGO DE LA GUARDIA VIEJA. Arturo Pérez-Reverte


Algunos han señalado la influencia de Alejandro Dumas  (1802-1870) en la narrativa de Arturo Pérez-Reverte. Desde luego esa inspiración es  clara en la serie del capitán Alatriste, y también parecen evidentes  las alusiones  a la obra  del  escritor francés en El club Dumas, una de las primeras novelas del autor. Desconozco si esta deuda literaria es reconocida o no por el escritor cartagenero, pero a estas alturas  es justo reconocer que estamos ante un moderno maestro de la novela de intriga y aventuras, comparable con aquel si se salvan, como es natural, las diferencias derivadas de distintas épocas y estilos literarios. Frente a esta valoración positiva, muchos lectores lo critican por su asociación casi exclusiva a este género novelesco, otros lo acusan de escritor comercial,  y algunos más le cuestionan cierta tendencia al radicalismo chulesco en sus opiniones. La polémica que acompaña al autor se hace patente cuando repasamos  los foros de opinión que abundan en la red y como lector asiduo del mismo he comentado ya estas críticas en anteriores entradas. 
Insistiré una vez más, la literatura de evasión es buena si es de calidad y ésta no se le puede negar a las novelas de Pérez-Reverte que destacan siempre por su perfecta y documentada ambientación, por un estilo literario  pulido y sin florituras, y por la adecuada tensión narrativa capaz de mantener hasta el final la atención y el interés de los lectores.  Y no quiero decir que este nivel de calidad sea predicable cien por cien  de toda su obra narrativa porque en la séptima entrega de Alatriste,  El puente de los asesinos, la saga de aventuras parecía mostrar  signos de un cierto agotamiento que ha sido destacado por sus detractores.
         Ahora nos vuelve a sorprender con su última novela, El tango de la guardia vieja, una historia de amor poco convencional y muy del estilo de Pérez-Reverte, en la que se mezclan  pasión, erotismo, algo turbio y morboso según el autor, emotividad contenida, traición, añoranza del tiempo perdido, y sensación de amor  solo parcialmente resuelto. Un relato del que están ausentes los tradicionales elementos de la llamada novela rosa o romántica.  El escritor  dice que imaginó el argumento hace  más de veinte años y lo ha ido desarrollando desde entonces. Lo que parece claro es que con esta obra alcanza un alto grado de  madurez narrativa y nos muestra su capacidad magistral para urdir una trama complicada  y contarla  de forma clara y sencilla.  La complejidad se debe a la propia la estructura de la novela  que nos refiere una historia única, la relación  de la pareja de protagonistas principales, pero en tres planos temporales y espaciales  distintos que abarcan un periodo de casi cuarenta años; en 1928 durante  un crucero atlántico y en Buenos Aires; Niza, año 1937, en plena guerra civil española; y en la costa napolitana de Sorrento en 1966. En cada uno de estos momentos o encuentros los protagonistas se ven envueltos en azares e intrigas diferentes por lo que en realidad se nos cuentan tres historias en una. El escritor las narra en tercera persona y las va hilvanando  mediante el recurso técnico de la analepsis, alterando la secuencia cronológica y alternando  continuos saltos en el tiempo de tal forma que,  en cada momento, la acción está mediatizada por el pasado y justifica el presente. Y a pesar de este continuo flashback  narrativo, la lectura se hace fácil gracias a una perfecta, por bien documentada, ambientación que nos sitúa de forma precisa  en cada momento y lugar.
         El carácter de los protagonistas está dibujado con claridad y concisión, apoyado en los diálogos y en sus monólogos interiores. El masculino, Max Costa, presenta muchos de los rasgos distintivos de los héroes de Reverte, valentía atemperada por la prudencia, pasado dudoso, visión fatalista del mundo, y una ética personal de matices estoicos. En esta ocasión el personaje de Mecha Inzunza, mujer elegante, refinada,y sensual, le ofrece el necesario contrapunto y le disputa claramente el protagonismo, algo poco frecuente  en las anteriores novelas del escritor.
         No entraré a relatar los pormenores de la trama argumental pero si diré que contiene de todo, espionaje político, intrigas en torno al ajedrez, y otros muchos aspectos que en todo momento mantienen una tensión más psicológica que apoyada en la acción. Destacaré también, entre otros detalles de calidad, el retrato ambiental de los bajos fondos bonaerenses de principios del XX, la disquisición en torno a la historia del tango, o los comentarios  sobre tácticas y estrategias propias del mundillo del ajedrez.
En resumen, una estupenda novela de intriga y aventuras, de lo mejor del escritor.

sábado, 19 de enero de 2013

AUGE Y CAÍDA DE LOS TEMPLARIOS. Alain Demurger


 La historia de la orden militar del Temple y su dramático final ha sido durante mucho tiempo, y lo sigue siendo, el tema preferido de un cierto tipo de literatura que ha reflejado más bien la leyenda de los templarios, abundante en supuestos matices esotéricos y entroncada con otros grandes mitos europeos. Nos han intentado presentar como veraces deducciones y datos históricos fundamentados en la interpretación, muchas veces arbitraria, de símbolos y analogías que ciertamente fueron muy del gusto de los monjes caballeros pero también del mundo y la cultura medieval en general, todo en un intento de ampararse bajo el paraguas de   una aparente pero incierta objetividad histórica. Como decía, este tipo de literatura está de moda desde hace demasiado tiempo. La podemos considerar entretenida, y hasta cierto punto divulgativa, si se adapta al género de la novela histórica pero resulta insultante cuando se le quiere otorgar categoría de historia con mayúsculas.
Por todo lo dicho, añadiré que inicialmente recelé de este libro que comento, incluido en una colección que lleva el sugerente título de “Enigmas históricos al descubierto”, pero sentí curiosidad y me arriesgué a soportar una nueva fantasía histórica. La lectura mereció la pena porque Auge y caída de los templarios (1985) es un estupendo trabajo de Alain Demurger, historiador francés experto en Edad Media y especializado en las Cruzadas y las órdenes militares; escrito además en un estilo sencillo, directo, y con afán didáctico muy de agradecer y quizás propio de quién es además profesor de la prestigiosa universidad de la Sorbona. En el estudio se analizan, entre otras cuestiones, las causas del espíritu cruzado medieval que es el origen de las órdenes militares; la fundación del Temple tras la conquista de Jerusalén, su rápida y doble expansión en Oriente y Occidente, los éxitos y fracasos militares en Tierra Santa, su importancia económica y financiera en la Europa occidental y finalmente las causas de su desgracia y extinción dos siglos después de su fundación. Y todo ello se hace depurando la historia, amparada en abundante bibliografía, de toda contaminación esotérica o legendaria. La obra incluye también en el apéndice final bibliografía adicional sobre las Cruzadas, cronología de la orden del Temple, listado de los grandes maestres de la misma, genealogía de las principales dinastías reales europeas de la época, mapas de Tierra Santa y de la Jerusalén medieval, y otros datos que contribuyen a ilustrar, sintetizar, y asimilar una historia que va desde principios del siglo XII al XIV.
         Se trata en definitiva de una obra para auténticos aficionados a  la historia, no apropiada para los que otorgan veracidad al esoterismo fantástico tipo “Código da Vinci”

domingo, 13 de enero de 2013

LOGICOMIX. Apostolos Doxiadis y Christos Papadimitriou


Hace mucho tiempo que dejé de frecuentar la lectura de cómic. En España se llamaba historietas a este tipo de relatos gráficos antes de que la cultura anglosajona impusiera su propio término, tan aceptado en la actualidad que incluso la Real Academia  Española lo incluye en su diccionario como anglicismo. Y no obstante  debo reconocer  mi deuda con este género, considerado  en sus  inicios  como un subproducto cultural, porque en mi  primera infancia aprendí  a leer  con los tebeos de aventuras, en concreto la serie del  “Capitán Trueno” que además  consiguió despertar en mí el interés por la historia.  Ahora ha llegado a mis manos esta obra catalogada como novela gráfica, un concepto algo ambiguo y controvertido  pero que en general se asocia con el formato de libro, y a  relatos extensos de temática y estructura que aspira a ser considerada como literatura con mayúsculas, destinados a un público  adulto.  Después de leer  Logicomix, una vez rebasado un cierto nivel de reticencia inicial,  debo  admitir que  es una  estupenda novela con la que he superado  ciertos prejuicios en torno al cómic, tales como su tradicional asociación a los géneros de aventuras o  humor, por no mencionar  otros menos inocentes como el erótico.
         Se trata de una obra gráfica  que resulta ser una mezcla de novela didáctica e histórica. Es didáctica porque su intención  es claramente divulgativa  en cuanto a las  matemáticas  y  sus aplicaciones, no  en vano  de los dos guionistas uno, Apostolos Doxiadis, es profesor  de esta materia y autor de otras novelas de este tipo, y el otro, Christos  Papadimitriou, profesor de informática en Berkeley.  Es también en cierta medida una novela histórica porque el relato va desde finales del siglo XIX  hasta el siglo XX conectando finalmente con la actualidad, un periodo de intensa evolución en la historia de las matemáticas. El filósofo y matemático  Bertrand Russell (1872-1970) es el personaje principal y auténtico  hilo conductor del relato; representante máximo de la escuela logicista,  empeñado en dar claridad tanto a la argumentación filosófica  como a la demostración matemática mediante la creación y aplicación en ambas ciencias de un lenguaje basado en la lógica. Su búsqueda de la certeza matemática  lo llevó a relacionarse con las grandes figuras del pensamiento europeo y de esta forma  la trama argumental que  relata sus vivencias  rinde también homenaje a los grandes matemáticos de aquella época  y sus principales teorías, Gottlob FregeLudwig WittgensteinDavid HilbertKurt Gödel Henri Poincaré, entre otros.
         En lo referente a la estructura narrativa es de doble nivel, porque en la historia principal  se van intercalando autorreferencias de los propios autores que convertidos  también en personajes nos cuentan sus opiniones sobre los otros personajes de la novela y sus ideas en cuanto al guión y su progreso, lo cual constituye de por sí un segundo plano narrativo  en el que las matemáticas y la filosofía encuentran abundantes e interesantes relaciones simbólicas con el teatro, la mitología, o la épica  además de otras de tipo práctico aplicadas a la informática, las telecomunicaciones y  otros hitos del progreso actual.  Además la novela incluye todos los recursos propios de la moderna narrativa tales como varios narradores, utilización de saltos en el tiempo (flashback), o el  recurso al monólogo interior .
         El personaje de Bertrand Russell  no es frio en absoluto, como pudiera deducirse de un hombre obsesionado por sus especulaciones matemáticas y filosóficas,  ya que su vida estuvo teñida de ciertas tensiones que le prestan dramatismo, entre otras el activismo pacifista que le llevó a la cárcel, sus ideas feministas y liberales sobre el matrimonio y las relaciones sexuales  ciertamente  provocadoras  a principios del siglo XX,  o su visión crítica sobre la religión y la educación que le procuraron, como a Sócrates, acusaciones de corruptor de la juventud.
         Pero lo que verdaderamente  se quiere resaltar en la novela  queda bien resumido en el subtítulo: “Una búsqueda épica de la verdad”, no sólo de la certeza o verdad matemática sino aplicada a la ética social, a los aspectos prácticos de la vida, todo ello utilizando la lógica como instrumento. Una indagación racionalista que  enfrentada a la irracionalidad de  las pasiones humanas o fenómenos sociales como la guerra  resulta ser  un esfuerzo épico predestinado al fracaso  pero también  un eterno viaje, una odisea que permite el progreso de la ciencia. Este trasfondo ideológico sobrepasa el carácter didáctico de la novela y le aporta su verdadera esencia dramática.  
         No quiero terminar sin elogiar los gráficos con dibujo de trazos sencillos pero muy elaborado en su conjunto sin llegar a lo barroco. Me recuerdan bastante al estilo del dibujante belga  Hergé, el autor de Las aventuras de Tintín.
         Debo intentar aclarar algo para aquellos que tras leer este comentario puedan pensar que se trata de una novela gráfica demasiado densa y profunda, con un fondo temático de matemáticas,  incomprensibles para muchos de nosotros por culpa de los deficientes sistemas educativos.  No hay que dejarse llevar por lo aparente, la lectura es bastante amena  y si queremos aclarar algún concepto al final del libro, en un cuaderno de notas se explican los principales. Aunque no son imprescindibles para entender el argumento si pueden enriquecerlo.

viernes, 4 de enero de 2013

LOS CHICOS DEL CORO. Concierto de año nuevo


Hemos iniciado el nuevo año con un concierto ofrecido por la agrupación coral conocida popularmente como  “Los chicos del coro” que alcanzaron  la fama gracias a la película del mismo título (Les choristes en el  original francés) dirigida por Christophe Barratier y estrenada en el 2004.  El espectáculo se organizó con finalidad benéfica, algo muy propio de las fiestas navideñas, y contó con la colaboración de la Escolanía de la Catedral de Jaén.
Les petits chanteurs de Saint-Marc, que así se llama este coro infantil, fue fundado en 1986 por Nicolas Porte que es desde entonces su director.  Está integrado por niños, de entre diez y quince años, en número de 75 a 80, de un colegio de Lyon, y fueron seleccionados entre otros muchos coros franceses para protagonizar la película.  Se trata de un grupo mixto que combina la gama de agudos propia de las voces blancas o infantiles con las tesituras más graves de los que ya son adolescentes.  Esta amplitud de registro le otorga una gran brillantez para la interpretación de piezas polifónicas y le permite un amplio repertorio que incluye música sacra y profana y va desde el canto gregoriano hasta la música contemporánea. 
         El concierto lo inició la Escolanía de la Catedral que cantó varias canciones navideñas. Estuvo a su altura habitual  en la interpretación que no desmereció frente a la de los franceses a pesar de actuar de teloneros de éstos. La competencia era desigual por el enorme atractivo mediático del conjunto galo que fue compensado por el cariño del público hacia  la agrupación local. 
         El coro francés, protagonista principal del concierto, vino reducido en número con sólo 26 de sus miembros. Presentaron un programa variado que incluyó más de veinte obras seleccionadas de su amplio repertorio  incluyendo canciones de la película y  en homenaje al cincuentenario de los Beatles, una versión de Yellow submarine.  La interpretación fue muy buena, con dos solistas  de voz angelical que nos dejaron extasiados. Casi al final  llegó la habitual concesión al público local con la interpretación de  “Granada” de Agustín Lara y  la típica del folklore  mexicano  “Cielito lindo”; en esta última  implicaron al público que ya entregado se sumó cantando  al coro. Como anécdota comentaré  que fue la tradicional  dificultad fonética de los franceses para pronunciar las eres  hispánicas  lo que provocó nuestra sonrisa cuando oímos cantar a los niños aquellos párrafos que dicen: Granada, tierra ensangrentada en tardes de togos  o  mujer que conserva el embrujo de los  ojos mogos. La actuación terminó  con  la interpretación  del tema principal de  la banda sonora de  “Los chicos del coro” por parte de las dos agrupaciones.
         En resumen, una velada musical estupenda que nos dejó plenamente satisfechos y nos  alivió del  empacho  que habitualmente sigue a la noche de fin de año.

sábado, 29 de diciembre de 2012

ANTOLOGÍA DE TEXTOS JURÍDICOS DE ROMA. Xavier d'Ors


Se trata de un libro interesante, a medio camino entre el tratado  y el ensayo. Del primero tiene la voluntad didáctica y analítica, del segundo  la estructura  poco sistemática y por ello más libre y flexible. El autor, Xavier  d’Ors, es catedrático  de Derecho Romano  y resulta obvio decir que conoce el tema en profundidad, pero no hay que asustarse, ya desde la introducción insiste en aclararnos que no se trata de un libro para  especialistas, juristas en este caso, sino divulgativo, destinado a un público poco conocedor del Derecho pero necesariamente  interesado  por la historia  y la cultura grecolatina. Y son precisamente los textos latinos recogidos en la antología los que dan  a este trabajo  la flexibilidad que antes mencionaba. Pertenecen a  distintos momentos de la historia de Roma, desde los orígenes de la república hasta  finales del imperio y su  epílogo en el bizantino Justiniano. Esta selección es la auténtica columna  que vertebra  e ilustra la evolución histórica del derecho romano, uno de los mayores logros  de aquella civilización  y una construcción casi perfecta, tan sólida que aún sigue cimentando  el Derecho  en el mundo occidental.
         En cada capítulo se  traduce un texto latino precedido de una introducción sobre su contenido que nos informa también sobre la datación cronológica y su carácter de fuente. Los fragmentos se acompañan además de abundantes notas aclaratorias, sobre términos y conceptos jurídicos o históricos, que facilitan la comprensión de los  profanos en la materia. Aunque las introducciones y anotaciones del autor resultan  decisivas, son los textos de los escritores clásicos los que nos instruyen directamente  sobre los conceptos jurídicos  del derecho  y su evolución.  En esto radica lo novedoso de la obra, concebida como un mosaico de textos  que tomados en su conjunto constituyen un tratado didáctico  sobre historia del derecho romano contado por  los propios juristas  o historiadores que lo generaron  o divulgaron. El autor de la antología nos propone de esta forma  que nos informemos o aprendamos bebiendo en las fuentes originales.
         Entre los textos escogidos se incluye  la ley de las XII tablas,  verdadera fuente del derecho civil republicano, origen  de la jurisprudencia y de las actio legis  que fundamentaron el primitivo derecho procesal. Un fragmento del Enchiridión de Pomponio constituye un auténtico tratado que resume en pocas líneas la evolución jurídica  desde las primitivas leyes curiadas hasta las constituciones imperiales, y entre ambos polos cronológicos, las leyes sociales que fueron resultado de la lucha entre patricios y plebeyos, los orígenes de las distintas magistraturas políticas,  y los conceptos básicos del derecho. Los libros de respuestas jurisprudenciales de Gayo y Justiniano  ilustran distintas acciones del derecho civil tales como las deudas y obligaciones en general, herencias, y otras. Las Res gestae divo Augusto, además de auténtico testamento político  de este emperador sirven para documentar la evolución de la república al principado. Otros textos nos muestran las distintas fuentes del derecho o inciden en  el derecho imperial.
A través de  los textos  y su análisis  podemos llegar a ciertas conclusiones. La primera de ellas es que el primitivo derecho romano  se basaba principalmente en la jurisprudencia, es decir, en la interpretación de unas pocas disposiciones legales contenidas en las famosas XII tablas  por parte de expertos revestidos de reconocida autoridad en la materia. Era también un derecho rígido en su aspecto procesal porque estaba basado en unas fórmulas determinadas que debían ser pronunciadas oral y literalmente  antes de iniciar el juicio, o en sus distintas fases. A partir Adriano los jurisprudentes dejaron de ser independientes para estar bajo la autoridad  del emperador y de esta forma el derecho se tornó burocrático, las fórmulas procesales se fijaron por escrito y se inició su enseñanza como cuerpo doctrinal; el sistema se tornó legalista, con predominio de las leyes imperiales sobre la jurisprudencia. Se deduce también que las fuentes activas de producción jurídica se prolongaron hasta el emperador  Constantino y a partir de ese momento se inicia una labor de recopilación del derecho  ya existente en diferentes códigos que culminan con el Digesto de Justiniano. El libro contiene además bastantes curiosidades  y  algunas cosas novedosas para mí, tales como la diferenciación entre las figuras del pretor y el iudex como conductores de los juicios, encargado el primero de  establecer las normas procesales y el segundo de dictar sentencia una vez oídas las partes y las opiniones de los jurisprudentes.
En suma, un libro muy interesante pero destinado a un público minoritario. La edición de bolsillo de la editorial Akal es además muy cuidada, con una relación calidad-precio muy favorable a la primera.

sábado, 22 de diciembre de 2012

LA GUERRA DE LOS MUNDOS. H.G. Wells


La guerra de los mundos es un libro, tradicionalmente catalogado como literatura juvenil, que no leí en su momento.  Ahora, con el predominio de los medios audiovisuales y tras varias adaptaciones al cine, su argumento sigue siendo popular pero es poco probable que sea muy leído por nuestra juventud. En mi caso, encontrarme de nuevo con esta novela  ha supuesto un nostálgico retorno al pasado, y me propuse leerla como si fuera una anacrónica asignatura pendiente que debía aprobar. 
H.G. Wells (1866-1946) escribió sobre historia, ciencia, filosofía, y  novelas de tema social, pero  la fama le llegó con ésta que comentamos, y por ella, y algunas más de este género, ha sido considerado como uno de los pioneros de la ciencia-ficción. Fue escrita en 1898, una época en la que el progreso científico y los nuevos inventos acaparaban la atención del público. Julio Verne, otro precursor de este género, había publicado ya la mayor parte de su obra y con su proverbial y desbordante imaginación científica anticipaba  de forma profética la mayor parte de los avances tecnológicos que disfrutamos en la actualidad. En este ambiente histórico, la fantasía de Wells ofrecíó una respuesta positiva a la inquietante cuestión que ya por entonces se planteaba en torno a la posibilidad de vida extraterrestre. El ataque de los marcianos a nuestro planeta, el argumento de La guerra de los mundos, inauguró y favoreció la posterior eclosión de  multitud de libros  y películas en torno  al tema de la invasión alienígena, uno de los preferidos de la ciencia ficción. Ahora puede parecernos ingenua una novela sobre marcianos  pero nos sigue inquietando esta pregunta aún sin respuesta y seguimos mandando a Marte  sondas espaciales que han descubierto la existencia de agua en dicho planeta y por consiguiente la remota posibilidad de vida en el mismo.  Y a fin de cuentas, la aparente ingenuidad  radica no tanto en la fantasía novelesca sino en los principios y conocimientos científicos que menciona el protagonista del relato, que desde la óptica actual  nos parecen básicos y limitados.  Por eso es importante mantener  la narración encuadrada en  sus coordenadas históricas y así comprender y disfrutar del carácter premonitorio del  “rayo calórico” de los marcianos, no muy distinto a los poderes  del rayo láser, o del  “gas negro”  muy similar al gas mostaza  o cualquiera de las armas químicas actuales.
          El relato está narrado por el protagonista principal, que se describe a sí mismo como escritor sobre temas filosóficos, probablemente el alter ego del propio escritor, que nos cuenta la historia en primera persona cuando  se trata de su propia visión y experiencia de los hechos  pasando a la tercera persona cuando relata la de otros personajes secundarios. El estilo literario  es muy característico de los escritores de finales  del XIX, que no sabría definir bien pero muy reconocible, quizás retórico y algo grandilocuente, descriptivo en exceso, y en este caso particular no demasiado cuidado. A pesar de lo dicho, la narración resulta interesante hasta el desenlace final.
           Al margen de la trama argumental, el personaje narrador nos muestra sus reflexiones en torno a  los hechos. Así  los efectos psicológicos  que la llegada de los marcianos produce en la población (incredulidad inicial ante lo evidente, terror posterior etc); también el  caos ocasionado por la invasión con el colapso progresivo y hundimiento final de los cimientos de lo que consideramos sociedad civilizada, y las posibles formas de resistencia y supervivencia posterior del ser humano en un medio hostil. El autor  muestra una cierta e incipiente  sensibilidad ecológica cuando compara la destrucción ocasionada por los alienígenas con la que el hombre ha causado en el reino animal que ha llevado a la extinción a muchas especies.  El contacto del protagonista con un sacerdote, que huye como él, ofrece la oportunidad de confrontar  el racionalismo científico y el sentido práctico del primero con la visión apocalíptica, oscurantista, y supersticiosa del segundo. Hay aquí una velada crítica  de la mentalidad religiosa, aunque al final el racional y razonable científico reza una oración a modo de acción de gracias por la derrota de los marcianos. Particularmente curiosa por su fantasía es la descripción de la anatomía y fisiología de los  organismos extraterrestres, también de las máquinas robots que manejan.
          Terminaré con una anécdota real.  El 30 de octubre de 1938  se emitió por radio  una adaptación de la novela, hecha para este medio por Orson Welles, que logró aterrorizar a los oyentes cuando creyeron realmente que la invasión de la Tierra había comenzado. De nuevo una ingenuidad explicable por el escaso desarrollo de los medios audiovisuales  que actualmente nos mantienen saturados de información y han desbordado ya  nuestra capacidad de asombro.
Muchos de los que hayan leído esta novela puede que la consideren desfasada y superada  por la evolución actual de la  ciencia ficción. Yo pienso que para valorarla en su justa medida no ha de olvidarse que se trata de un clásico, de un auténtico precursor de este subgénero literario.