jueves, 1 de septiembre de 2011

LOS PUENTES DE LONDRES. James Patterson


Otra novela de la serie negra, entretenida y liviana, ideal para refrescar las neuronas entumecidas por la solanera estival. Es obra de  James Patterson, un escritor norteamericano especializado en novelas de acción y suspense. En las reseñas biográficas consultadas destaca la abundante producción de best sellers con todos los records en su haber, diecinueve números uno consecutivos, y en ventas superior a autores tan renombrados como Stephen King o Dan Brown.  En lo negativo, se le acusa  de que su prolífica obra literaria se debe al trabajo asociado de muchos coautores lo que en el argot literario se conoce como “negros”.
          Los puentes de Londres es la décima novela de un total de diecisiete que constituyen una grupo dedicado por el autor al personaje de Alex Cross, un psicólogo del FBI. Como no he leído ninguna de las otras, espero que esta no sea una de las mejores porque, en tal caso, el conjunto de la serie merecería el justo castigo del “dios de las letras” al estilo de las bíblicas Sodoma y Gomorra.
          El “malo” de la trama argumental, un terrorista internacional, frio, vengativo, sádico, todopoderoso, y altamente tecnificado, recuerda un poco a los personajes malvados de la serie de James Bond (Ian Fleming) tales como el Doctor No, o Goldfinger, unos malos de perversión inútil y algo ingenua. En nuestro caso, el siniestro personaje conocido como “El Lobo” dispone además de medios de destrucción masiva desproporcionados y un sistema de autoprotección que roza lo ilusorio. En cuanto al personaje central, el detective psicólogo Alex Cross, se manifiesta como una persona familiar, con hijos de varias mujeres repartidos entre las dos costas, que vuela en avión de continuo para verlos y por requerimiento de su trabajo. Aparte de hacer turismo a costa del contribuyente, se limita a observar y sufrir impotente los sucesivos ataques terroristas, sin molestarse en hacer el menor análisis deductivo o inductivo que permita descubrir  la identidad del Lobo al que descubre finalmente gracias al azar.
          La estructura narrativa está muy fragmentada, con frecuentes flashback, aunque la amenaza terrorista, que es la base del argumento, impone una cierta unidad de tiempo al relato.
          En fin, espero no desanimar a nadie con esta crítica negativa. Repito que este tipo de literatura intrascendente cumple bien su función de entretener y  no hacer pensar demasiado. Eso si, en mi opinión estas novelas no deben de buscarse  en los mostradores de “los más vendidos” de las librerías. Es preferible encontrarlas en ediciones de bolsillo o incluso como regalo de algún periódico o revista; una fórmula mucho más barata que atenúa la sensibilidad crítica y hace más tolerable su lectura.

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