Con el
tiempo he llegado a valorar el cuento o
relato breve como mi preferido dentro
del amplio género literario de la narrativa. Creo que es precisamente la brevedad de su formato lo
que condiciona su grandeza y también su aparente dificultad. Nada menos que
elaborar en pocas páginas una historia coherente que resulte atractiva,
limitando al máximo los diálogos y elementos descriptivos en una única línea
argumental que debe ser leída sin interrupción si no queremos perder el efecto
narrativo, hasta llegar a un desenlace, a menudo inesperado. Sin
interrupción cada relato, porque en cuanto a las antologías o recopilaciones de
éstos, mi consejo es no leer de un tirón todo el volumen sino distanciarlos en
el tiempo para apreciar mejor las historias. Algo así como degustar esos pequeños
dulces y confituras disfrutando plenamente de su sabor y textura evitando atiborrarnos
para no perder los matices de cada uno por separado.
He leído muchas antologías de cuentos,
en mi juventud los realistas de Chejov y otros clásicos rusos, mas tarde
las Ficciones de Borges, los de aventuras de Jack London y Joseph Conrad, los de terror de E.A.
Poe y Lovecraft, los surrealistas de Boris Vian, por citar
unos pocos. Quizás los autores que más me impresionaron fueron Marcel Schwob
por su fantasía y simbolismo, y Marguerite Yourcenar por la elegancia y
sensibilidad. Ahora toca comentar esta colección; algo bastante difícil en el caso de los cuentos porque hasta una breve sinopsis argumental de
los mismos puede desvelar el desenlace y arruinar la lectura.
Descubrí no hace mucho a este escritor
jiennense en la presentación de su libro, introducido con gracia por el
prologuista Jesús Tíscar Jandra, otro escritor y actor de nuestra
tierra, y amenizada por la lectura
teatralizada del primero de sus relatos a modo de aperitivo. Luis Miguel Sánchez Tostado (1962),
historiador y criminólogo, ha sido ya reconocido y premiado por muchos de sus
ensayos históricos sobre la guerra civil española y la dictadura franquista. Admitió ser esta su primera incursión en el ámbito de la narrativa breve, y yo añadiría
que bastante brillante y prometedora.
Doce
relatos en punto (2014) recoge, fiel a su cronométrico título, ese mismo
número de cuentos, algunos de ellos premiados en diversos certámenes. Su temática
es variada. Unos, como La misiva
del rey o Ni miento ni me
arrepiento, son de ambiente histórico, localizados en nuestra tierra y en el
siglo XV, una época de transición entre el Medievo y la Edad Moderna que parece
interesar al escritor. Otros como El refugio recrean nuestro pasado reciente, el terror de nuestra
guerra civil, en claro homenaje a la necesidad de memoria histórica. En Ojos
de luciérnaga y Rentabilidad
inmediata se abordan problemas políticos y sociales, la injusta situación
de los saharauis y el fracaso y la miseria de los marginados por la crisis
económica. Algunos como El oso de gominola indaga en la psicología
infantil y la noción de pecado, y El pétalo de Muley evoca un pasado de
leyenda y fantasmales apariciones. Proselitismo íntimo desborda en
humor, y estoy de acuerdo con el prologuista, el que más me gusta es El tema dieciséis.
Todos los relatos tienen una importante
carga emotiva. El misterio y la falsa apariencia son los instrumentos que
el escritor utiliza para conducirnos
hasta la resolución inesperada. En resumen, como destacamos al principio, los
ingredientes necesarios para fraguar una buena historia. El estilo es elegante
y algo barroco en la utilización de adjetivos sin resultar por eso recargado o
agobiante. En ocasiones los cuentos se prestan a varios niveles de lectura
desde lo elemental de la narración hasta interpretaciones más profundas y
elaboradas, sin perder claridad y ser accesibles a todo tipo de lector.
En fin una buena colección de cuentos que me interesó tanto que, en contra
de lo recomendado antes, tuve que leer sin pausas, de la primera a la última de
las historias.
Parece un libro interesante. Yo también valoro cada vez más el cuento como género narrativo.
ResponderEliminarEs verdad. Tengo la impresión de que la evolución en nuestro gustos literarios, musicales, o artísticos en general, son una forma de ascenso personal en nuestra experiencia y conocimiento de la materia
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