martes, 3 de marzo de 2015

MEMORIAS DE UN CUARENTÓN. Concha Casas Gávez

Los simples aficionados al comentario literario, más voluntariosos que expertos como es mi caso, tenemos cierta propensión a  destacar las virtudes de una obra antes que sus defectos. Creo que esta benevolencia se asocia a la ingenuidad propia del novato en estas lides frente a la experiencia y mayor formación técnica de los críticos profesionales. No es casual que el término crítico signifique  juicio o examen de algo  pero también censura o reprobación.
         En contra de lo dicho antes, debo admitir que  esta novela, propuesta por  mi club de lectura ha supuesto todo un reto a mi habitual  voluntarismo positivo y una de las pocas ocasiones en la que seré crítico, no por experto sino por negativo, ya que Memorias de un cuarentón (2006)  se presta a pocas florituras laudatorias. De entrada, el título y la portada tan explícitos dejan poco margen a la imaginación. Tampoco el formato narrativo estimula el interés por la trama argumental más allá de un previsible realismo descriptivo. En efecto, aunque en el resumen  de contraportada se califica como novela, en esencia no lo es.  Entendemos por memorias, un relato en el que un personaje rememora una determinada etapa de su vida y narra en primera persona los acontecimientos que ha vivido como protagonista o testigo. Se trata de un género emparentado con la biografía y con la autobiografía cuando el personaje es el propio autor. En éstas el protagonista es ficticio y ese es quizás el débil nexo que lo relaciona con la novela. Débil porque la vida de  José María Castro Gutiérrez, que así se llama, es tan  prosaica como su propio nombre. Y no quiero decir que por ser corriente no merezca ser narrada sino que carece de potencialidad dramática y en consecuencia de interés literario, algo imprescindible en la ficción novelística.
         En este caso el personaje parece una mera excusa para describir una época de nuestra historia reciente, los veinticinco años que van desde 1950 hasta 1975. Una revisión  del periodo franquista que, tras superar el aislamiento internacional y la autarquía de los años cuarenta, llega en la década de los cincuenta a su apogeo en una  España nacional-católica triste y gris que animada por el progreso en los sesenta se despereza e inicia una tímida rebelión hasta la agonía final del régimen, paralela a la del dictador, en los setenta.
         Para los lectores de mi generación, casi coincidente con la del protagonista, la primera parte tiene mayor interés porque incide más en las vivencias, en los usos y costumbres, en el ambiente; en fin, todo un retrato sociológico de nuestra infancia y adolescencia, agridulce si se quiere, y un motivo para la evocación nostálgica de esos tiempos  que a pesar de todo recuerdo como felices. En la segunda parte el protagonista se diluye aún más en el ambiente y destacan  los acontecimientos que van minando poco a poco al régimen. Las vivencias del narrador, previsibles y poco literarias, se oscurecen ante los sucesos históricos, o dicho de otra forma, las memorias se convierten en crónica, hasta que el personaje pone fin a sus recuerdos de forma brusca, insinuando futuras decepciones democráticas y no sé si amenazando con unas consecuentes y posteriores memorias de la transición.
         En cuanto al estilo y lenguaje literario poco que decir.  Muy descriptivo, pocos diálogos, estilo realista y con escasez de figuras y recursos literarios que lo adornen, pero de lectura fácil aunque no estimulante. Las paráfrasis iniciales y finales que aluden al comienzo del Quijote parecen un tanto manidas. Sobre la escritora, Concha Casas Gálvez (1961), aún menos que citar, por falta de datos biográficos. Alicantina pero andaluza de adopción, colaboradora de prensa, novelista y cuentista, esta parece ser su segunda novela. Entre los escritores clásicos  dice preferir a Pérez  Galdós y lo destaco porque el realismo de este autor pudiera ser fuente de inspiración en estas memorias.
         Para terminar y resumiendo, plana y poco destacable como ficción narrativa. Memoria histórica que busca la complicidad y el interés del lector sin conseguirlo plenamente.  



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