En esta
última etapa de mi afición lectora siento una especial predilección por los
géneros literarios del cuento y la novela corta. No solo por aquel refrán
popularizado por Baltasar Gracián (lo bueno si breve…) sino por
considerarlos los más apropiados para esta época estival, cuando el calor
enardece las sensaciones y pasiones al tiempo que provoca esa modorra
intelectual que nos incapacita para obras más extensas o complicadas. La novela
policiaca es otro buen paliativo canicular, a condición de obviar la
multiplicidad de personajes secundarios y centrarse en el desenlace final que
esclarece cualquier trama por complicada que sea.
Ésta que
acabo de leer, es en efecto, una novela corta (algo más de 50 páginas) pero muy
intensa. De las que se pueden terminar en una tarde manteniendo en todo momento
la intriga, esa especie de curiosidad, que es la condición de toda lectura
amena.
Novela de ajedrez (1941) fue la última novela
de Stefan Zweig (1881-1942)
pero fue publicada en 1943, un año después de su suicidio, y está reconocida
por la crítica como su obra maestra. Reconozco mi simpatía hacia este escritor
austriaco, de estilo literario desprovisto de elementos superfluos al tiempo
que profundo. Ese estilo, junto a ciertos aspectos de su biografía, me recuerda
a los escritores del XIX. Fue un nostálgico partidario de la periclitada
monarquía austro-húngara, lo cual no deja de parecer romántico en pleno siglo
XX. En cambio, presentaba rasgos que se pueden considerar actuales, como el europeísmo
frente a los nacionalismos imperantes, y la tolerancia. Todo ello lo enfrentó con el
naciente régimen nazi que prohibió sus obras y causó su exilio forzoso.
Con este
tipo de novelas, una descripción demasiado explícita del argumento puede
arruinar futuras lecturas, así que me limitaré a ofrecer un resumen de la
sinopsis promocional.
“Sin capacidad para cualquier otra
actividad intelectual, Mirko Czentovicz se reveló, ya desde niño, como un genio
del ajedrez, del que ha llegado a ser campeón del mundo. Pero, en un viaje en
barco de Nueva York a Buenos Aires, se le presenta un enigmático contrincante:
el señor B., noble vienés que huye de los nazis. Uno de los pasajeros del vapor
se acerca a los dos personajes acompañando al lector a la confrontación entre
los dos jugadores”
El narrador
es un testigo que viaja en el mismo barco. Quizás el propio escritor que hizo
ese mismo viaje y estuvo un tiempo en Argentina. A través de otro pasajero
conoce la biografía del jugador eslavo, pero pronto observaremos que este
último no es el protagonista principal del relato. Por supuesto el ajedrez es
la causa de la confrontación y el desenlace está relacionado con este juego,
pero lo importante es la profundidad psicológica que otorga al retrato de los
personajes. En el trasfondo de la historia aparecen la soledad como tortura
psicológica, la capacidad de resistencia del ser humano, y sobre todo la
neurosis obsesiva que puede transformar el juego en un motivo de supervivencia.
La descripción de los síntomas de esta enfermedad es tan realista que pudiera ser descrita, con la misma precisión, por
un psiquiatra o por un enfermo.
Nada más debo añadir a lo dicho. Una estupenda
novela que recomiendo.
Este es un autor que tengo pendiente porque he oído hablar muy bien de su obra y con este comentario tuyo ha aumentado mi interés.
ResponderEliminarAdemás el relato breve me encanta, me parece genial el arte de decir tanto con tan pocas palabras, la maestría de dejar solo lo esencial, lo realmente imprescindible y hacer que el lector aporte su parte para complementar el texto. En el taller de escritura de El Desván de las Letras hemos conocido algunos relatos cortos que son verdaderas obras maestras.
Pues en este te va a encantar la claridad y la profundidad. En alguna escena llegas a sentir la misma angustia del protagonista.Las descripciones son muy precisas y no cansan.
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